Quien levantó Bucarest, esto es, la ciudad serena, de plazoletas umbrosas y palacetes al cobijo de retorcidos callejones –que yo conocía por las fotos y las historias contadas por mis abuelos– obró con sabiduría. Las calles discurrían angulosas y en espiral, nunca rectas, y las casas, aunadas en manojos pequeños pero desahogados, se resguardaban en verano del sol y en invierno del cierzo ruso. La gente había pergeñado pequeños jardines en los que crecían rosas, verduras y, por supuesto, gatos. Incluso hoy en día se pueden ver.
Uno tenía que colarse entre los bloques para llegar a la ciudad vieja. En verano, el asfalto describía olas, cubriendo el horizonte. Tras el hormigón, las casas del siglo XIX se alzaban con una tristeza no exenta de postín, con sus paredes desconchadas y sus vallas de madera inclinadas hacia el portón. Más tarde, la mirada reposaba serena en los ojos de buey de las buhardillas. Las techumbres de teja surgían entre los árboles, las columnas y los capiteles brillaban entre la yedra, los boceles de piedra blanca de río resbalaban por las fachadas y por el ángulo del iris, junto a algún que otro gato remolón que intentaba trepar sobre ellas. Los jardines susurraban discretamente, algo descuidados: uno podía tender la mano y sentir la menta y la lavanda entre los dedos.
Ni que decir tiene que, como cualquier coleccionista que se precie, sentía una debilidad por el nombre de las calles. Cada una de ellas narraba una historia que, más allá del rótulo azul marino inscrito con letras blancas, yo esperaba que alguien contara en voz alta. Inspiraba aire puro en La Azucena del Bosque y tendía los brazos hacia el Nenúfar Amarillo y el Danubio Azul. Desde la calle Inclinada miraba Bucarest con otros ojos, más pequeño y presto a caer. Detenía mis pasos, respetuoso, en La Calle de las Calles, donde –pensaba yo– habría empezado la historia de Bucarest. Andaba en busca de bandoleros y restallidos de espingardas en la Ruta de la Sal y arrancaba pimpollos de claveles chinos, para llevarlos a casa, de la calle llamada El Fruto de la Tierra. Solo los viejos taxistas conocían los atajos de aquel laberinto poblado de miles de nombres exóticos, así como las salidas secretas que había tras los bloques, entre callejones y patios abandonados, a través de callejuelas empedradas en las que a duras penas cabía un automóvil.
Los sábados y los domingos, Bucarest desaparecía bajo un dosel azul, engullido por el bullicio y los gritos de los campesinos que acudían a vender su mercancía. Ansiaba ir al mercado, hundiendo los brazos hasta los codos en los manojos de hinojo y perejil y revolviendo las lechugas indecentes, con sus vestidos rizados levantados, como bailarinas del Folies Bergères. Caminaba desenfadado entre los tenderetes, abría las tapaderas de los botes de miel y, aprovechando un descuido de los vendedores, trataba de meter un dedo en su esencia de ciruela, acacia o tilo. Luego escogía los melones, después de recorrer con mi nariz la piel rugosa y perfumada, aún mancillada por la tierra. Solo al final acudía al encuentro de las mazorcas de maíz hervido, abriendo las puntas y apretando los granos blancos e intactos. Y también entonces sopesaba con la vista los cubitos de queso blanco que un señor enfundado en una bata de médico cortaba hábilmente con un pequeño cuchillo, ofreciendo un trocito para su degustación. Los tenderetes brillaban rebosantes de color, las verduras se mezclaban con las flores rociadas con agua fría, los encurtidos con las frutas exóticas, las semillas con las pirámides de harina de maíz, las pulseras de las gitanas con las cajitas de hojalata de las que sacaban monedas para devolver el cambio.
Una vez abierto en canal, las partes de Bucarest podían ser despiezadas y comprimidas en la retina de los paseantes, en función de su interés. Sin lugar a dudas, el casco antiguo granular y las sombras de los mercaderes desperdigadas en partículas de nieve y movimiento habrían llamado enormemente la atención. El Cerro del Arsenal, con callejuelas embotadas y cúbicas expuestas al petróleo de las viejas farolas, se habría acomodado mejor que la Casa del Pueblo, pesada y compacta. La «Escalerita» de cincuenta y cuatro peldaños, que unía las calles Uranus e Izvor habría tenido mayor peso que las avenidas comunistas arrojadas sobre ellas, con nombres de soldados y zagales. Y las baldosas y la lente telescópica que había frente al Círculo Militar habrían viajado mejor por los nervios ópticos que las astas con la bandera tricolor y de la Unión Europea. Así era mi Bucarest: una ciudad con dos vidas, atrapada entre dos épocas, como un insecto que una tormenta hubiera arrojado a la orilla.
Por Ion Manolescu
Traducción: Rafael Pisot y Cristina Sava
Exposición colectiva de arte contemporáneo
8 artistas, 37 obras (pintura, collage, técnica mixta), en varios formatos. Gran parte de estos artistas son profesores de las cátedras de pintura, escultura y diseno de la Universidad Nacional de Artes de Bucarest. Sus proyectos se basan en un concepto desarrollado a través de distintos lenguajes y medios que dan lugar a formas de expresión complementarias. La dinámica del grupo apuesta por la idea de cambio, de innovación, tanto a nivel de mensajes y actitudes, como de los medios de expresión, para responder a las exigencias de la remodelación del espacio contemporáneo.
Participan:
Gheorghe Anghel, Marcel Bunea, Florin Ciubotaru, Darie Dup, Petru Lucaci, Vladimir Şetran, Napoleon Tiron y Vasile Tolan.
Con la colaboración de:
Fundación «Societatea de Concerte» Bistriţa
José Manuel Oñoro. Fotografía.
Primeras luces de un joven otoño, y ya todo es ruido y bullicio sin pausa. Miles de pasos buscan su camino en el asfalto, mientras las cuchillas rodantes de los tranvías cortan la distancia de sus trayectos de plata.
El río pasa silencioso, distante y ajeno a todas las plazas y calles. Todo lo observan, sin entender, los altivos y señoriales edificios centenarios, al reflejarse en las espejantes ventanas de sus jóvenes y rectos congéneres modernos…
Las viejas calles viven aún otra vida, entre modestas tiendas y palomas volanderas sobre el aire venido de los parques, pulmones de un tiempo sobre el tiempo, que algunos, afortunados espectadores, ven pasar casi detenido, casi dulce sueño… A mediodía, todo es luz, guiño de unos ojos hechos flores que nunca marchitan, desde una ventana que ha contemplado ya más de mil soles. Todo es bucurie, alegría… En Bucarest, la ciudad alegre.
José Manuel Oñoro: de formación ingeniero, vive con pasión sus «otras profesiones»: el alpinismo, los viajes, la fotografía y en los últimos años la filmación de películas. Lleva más de 30 años de «oficio» fotográfico, aunque sólo recientemente ha considerado su obra con la suficiente calidad para ser mostrada en público, con la publicación de su primera obra impresa, el libro de fotografías de viajes Hay que partir (2009) y en los años 2010 y 2011 los dos primeros títulos de la serie Noticias del Mundo: Septiembre rumano y Luna de Ramadán, dedicados a Rumanía y Marruecos, y la proyección, en diferentes centros públicos y privados, de sus más completas películas: Guadarrama… amiga, Un río… Cuatro estaciones… Un pueblo, Vinicer o Luna de Ramadán.
www.wix.com/lanajarrap/lanajarrap
José Manuel Oñoro. Vídeo
Bucarest, la ciudad alegre, capital de Rumanía, lugar de contrastes donde perderse entre el bullicio de sus plazas y grandes avenidas o en la calma de sus viejas calles y verdes parques, nos lleva a entender mejor lo que fue y es Europa, a través de su viva latinidad.
José Manuel Oñoro: de formación ingeniero, vive con pasión sus «otras profesiones»: el alpinismo, los viajes, la fotografía y en los últimos años la filmación de películas. Lleva más de 30 años de «oficio» fotográfico, aunque sólo recientemente ha considerado su obra con la suficiente calidad para ser mostrada en público, con la publicación de su primera obra impresa, el libro de fotografías de viajes Hay que partir (2009) y en los años 2010 y 2011 los dos primeros títulos de la serie Noticias del Mundo: Septiembre rumano y Luna de Ramadán, dedicados a Rumanía y Marruecos, y la proyección, en diferentes centros públicos y privados, de sus más completas películas: Guadarrama… amiga, Un río… Cuatro estaciones… Un pueblo, Vinicer o Luna de Ramadán.
www.wix.com/lanajarrap/lanajarrap
Cristina Barroso e Inés Sierra.
Fotografía: Inés Sierra
«Bucarest es el contraste por excelencia. Pasear por esta ciudad significa encontrar carros con ruedas de madera, coches de última generación, edificios devastados, arquitectura contemporánea, callejones repletos de perros abandonados… El pasado ha marcado Bucarest: el pasado político se manifiesta no sólo en lo material sino también en la actitud y las caras de la gente, y el pasado cultural se transmite especialmente en el ámbito musical por los puestos de vinilo en las calles… y de nuevo, contrastando, venta de flores 24 horas para dar color a la ciudad.»
Exposición colectiva de ilustración. «Clubul Ilustratorilor»
El «Clubul Ilustratorilor» fue fundado en 2006 con el objetivo de crear imágenes que cuentan historias. El colectivo está formado por un grupo de artistas que comparten la misma pasión y preocupación por la construcción de narraciones visuales y la asociación de lo narrativo con lo visual. La finalidad del colectivo es revitalizar la imagen y el concepto de ilustración del artista rumano, en general, y de construir una nueva perspectiva para los ilustradores rumanos en el extranjero. Hasta el momento, ha expuesto en España, Francia, Italia, Reino Unido, Suiza, Turquía y Rumanía. Los trabajos del «Clubul Ilustratorilor» consisten en ilustraciones, libros de autor y objetos artísticos.
Para la muestra «Historia en historias» los miembros del colectivo utilizan los temas de las creencias, los pensamientos y las alegrías que definen a una sociedad, puesto que para conocer a un pueblo, el mejor método es aprender escuchando y leyendo sus historias, leyendas y cuentos. En este sentido esta muestra es una propuesta de un viaje al universo colorido de la ilustración de los cuentos rumanos, que es, en primer lugar, una manera de conocer a los artistas, pero también una manera de descubrir los cuentos con los cuales crecemos desde pequeños, y que aún leemos o que simplemente brotan de nuestros pensamientos o de los eventos diarios.
Cada ilustración relata dos historias: la primera es la historia ilustrada, con los personajes tradicionales rumanos, y la otra es la versión del ilustrador, es decir, una interpretación muy personal del artista, a través de la cual se revela la persona detrás de la ilustración. De este modo, esta exposición es en sí misma una gran historia entre otras tantas historias.
Comisarias:
Suzan Suliman y Andreea Constantin
Participan:
Irina Dobrescu, Amalia Dulhan, Cristiana Radu, Oana Ispir, Mihaela Paraschivu, Sebastian Opriţa, Stela Lie, Alexandra Rădulescu, Raluca Ilie y Veronica Neacsu.
Con la colaboración de:
«Clubul Ilustratorilor»
www.clubulilustratorilor.blogspot.com
Exposición colectiva de ilustración.
La muestra nos invita a descubrir Bucarest, a través de un dialogo visual desde lo bueno y lo malo bajo la mirada artística de quince jóvenes ilustradores. Es una invitación a pasear por el antiguo Bucarest, pero también por un Bucarest contemporáneo con sus partes coloridas que, aunque alguien nos las mostrara sin decirnos de dónde son, las reconoceríamos inmediatamente.
Comisarias:
Suzan Suliman y Andreea Constantin
Participan:
Doina Butuşină, Andreea Constantin, Irina Dobrescu, Adriana Gheorghe, Adriana Horga, Raluca Ilie, Silvia Olteanu, Sebastian Opriţa, Cristiana Radu, Alexandra Rădulescu, Patricia Suliman, Suzan Suliman, Maria Surducan, Margareta Udrescu, Ştefan Ungureanu y Ioana Ursa.
Con la colaboración de:
«Clubul Ilustratorilor»
www.clubulilustratorilor.blogspot.com
Ilustración «Bucarest Performance Live-Art»
Una actuación de Live Drawing concebida y adaptada para el Espacio Tránsito del Centro de Historia de Zaragoza, que se realizará durante tres días. «Quiero dar hermosura a la ciudad, no vandalizarla» menciona el ilustrador que es uno de lo más conocidos artistas urbanos bucarestinos. «PisicaPătrată» trata de mostrar su propio universo con los matices que enfocan a la ciudad donde más ha trabajado, Bucarest.
Alexandru Ciubotariu se graduó en 2004 por la Academia de Artes George Enescu de Iaşi, defendiendo su tesis llamada «Breve historia del cómic internacional». Recibió varios premios, entre ellos el Gran Premio del Salón del Cómic BD Braşov ʻ97. Se encarga de la gráfica para distintas revistas rumanas así como para libros y cómics. Ha expuesto en Francia, Polonia, Republica Checa, Marruecos, Grecia, Serbia, Portugal, Hungría y en el Museo de los Cómics de Bruselas de Bélgica. Puso su firma a seis libros de cómic y un álbum de «street art» (PisicaPătrată, Editorial Vellant, 2009), que fue el primer álbum de este género en Rumanía. A partir de esa fecha firmará todas sus obras con el seudónimo de «PisicaPătrată».
www.undergroundbd.blogspot.com
26 de mayo / 21.30 h. / Entrada libre
Sala López
The Amsterdams es un grupo de rock alternativo de Bucarest, fundado en 2005, por iniciativa de Andrei Haţegan. Hasta ahora ha lanzado un EP, dos álbumes de estudio y tres vídeos. El grupo está compuesto por: Andrei Haţegan: voz, teclado; Andrei Ungureanu: guitarra; Augustin Nicolae: bajo; Ovidiu Bejan: guitarra, teclado, voz.
Los músicos de The Amsterdams han mostrado una preferencia por la música británica actual, sobre todo por Radiohead, The Smashing Pumpkins, Travis, Oasis y The Stone Roses. El nombre del grupo fue elegido con la intención de sugerir la mayor libertad de la perspectiva artística que aborda el grupo en comparación con el resto de los grupos de la escena alternativa de Rumanía que estaban activos en ese momento.
En 2008, The Amsterdams sacó un primer disco, el EP «Automatic». El año siguiente el grupo lanzó su primer álbum llamado «Adolessons». Y al principio del año 2011, han sacado su segundo álbum, «Electromagnetica» que lo está promoviendo a través de una serie de conciertos en Gran Bretaña y Escocia.
www.theamsterdams.com
10 de junio / 21.00 h. / Entrada libre
Q4 de la Ribera del Ebro
La Fanfara Shavale se llamaría en español «Fanfarria Shavale». Si tomamos en cuenta la definición dada por la Real Academia de la Lengua Española, la fanfarria es un conjunto musical ruidoso, principalmente a base de instrumentos de metal, compuesta por un repertorio de música tradicional rumana como hore, sârbe, geamparale, entre otras (para entendernos, canciones de boda, funeral, fiestas etc.). Desde el año 1999, los músicos de Fanfara Shavale interpretan y promueven con éxito la música rumana tradicional por todo el mundo, participando en conciertos y festivales de world music, folk o jazz de Austria, Reino Unido, Bélgica, República Checa, Suiza, Francia, Alemania, Italia, Irlanda, España, Suecia, Israel o China.
Su primer álbum, Speed Brass of the Gypsies, publicado en 2003, incluye 20 canciones y es innovador dentro del género de las fanfarrias de gitanos porque combina estilos de la música tradicional del espacio balcánico con un fabuloso ritmo que te deja sin respiración. El segundo álbum, Live in Wien, es una grabación en directo de 2008.
La improvisación es una constante en cada fiesta de Fanfara Shavale. La conexión entre los instrumentos de este particular grupo hace que cada espectáculo sea una fiesta y provoque en el publico las ganas de levantarse y ponerse a bailar, como si estuviera en la fiesta de un pueblo rumano.
Integrantes:
Ionel Bogdan Preda: voz, percusión, saxofón
Gică Orlenschi: tuba, voz Florin Gavril: percusión
Nicuşor Cantea: trompeta, percusión
Gică Trifan: trompeta
Viorel Coman: clarinete
Monel Trifan y Minel Stoica: flighorn, instrumento de viento
Micu Preda: saxofón, acordeón, voz
29 de mayo / 20.00 h.
Patio central de Capitanía General (junto a la Feria del Libro)
Intervención de los escritores rumanos Varujan Vosganian y Petru Cimpoeşu hablando de su obra y de la literatura rumana contemporánea. A continuación firmarán ejemplares en la caseta de la Librería Central hasta el cierre.
30 de mayo / 18.00 h.
Patio central de Capitanía General (junto a la Feria del Libro)
Mesa redonda con la presencia de Ioana Anghel y Luminiţa Marcu del Instituto Cultural Rumano.
Centro de historia (Salón de Actos)
Miércoles 31 de agosto, 19:30 h.
Marfa Şi Banii (La mercancía y la pasta)
Dirección: Cristi Puiu
90´ / 2001 / Rumanía
Idioma original: rumano.
Subtítulos en castellano.
Sinopsis
Un joven de Constanţa (Rumanía), lleva su propio negocio – una tienda en su piso. Decide ampliarla pero de momento no tiene los medios financieros necesarios. Un gángster local le ofrece un dineral a cambio de un transporte aparentemente fácil: llevar un bolso a Bucarest. Junto con dos amigos, cogen una furgoneta y se lanzan a la aventura. A lo largo del viaje aparecen personajes también interesados en el contenido del bolso.
Sobre el director
Cristi Puiu nació el 3 de abril 1967, es director y guionista contemporáneo. Empieza como director en 2001 con la película “La mercancía y la pasta”, con la cual gana muchos premios internacionales. Su segundo largometraje “La muerte del señor Lazarescu” (2005) estuvo presente en muchos de los festivales internacionales de cine ganando premios importantes.
Sus películas:
– “Before breakfast” (1995)
– “25.12. Bucharest, North Railway Station” (1996)
– “La mercancía y la pasta” (2001)
– “Un cartón de Kent y un paquete de café” (2004)
– “La muerte del señor Lăzărescu” (2005)
– “Comida para los peces pequeños” (2008)
Viernes 2 de septiembre, 19:30 h.
Cocoşul Decapitat (El gallo decapitado)
Dirección: Radu Garbea
97´ / 2007 / Austria, Hungría, Alemania, Rumanía
Idioma original: alemán y rumano.
Subtítulos en castellano.
Sinopsis
Făgăraş, Rumanía, Transilvania, 1944, alemanes, húngaros, rumanos y judíos viven juntos hasta que la armonía se rompe por la llegada del fascismo y por la amenaza de la guerra. Félix Goldschmidt de dieciséis años, es hijo de una familia alemán/húngara adinerada. Con ingenuidad decide alistarse en el Movimiento Hitleriano para los jóvenes en busca de la aventura y de la amistad, y para pasar tiempo con su amigo Hans, un ardiente miembro nazi. Los dos pasan un verano idílico, holgazaneando con dos amigos de escuela, la sofisticada Alpha y Gisala, la hija del dueño judío del cinematógrafo. Pero el desarrollo del antisemitismo, la militarización y la sombra de la guerra en cual Rumanía está aliado con Alemania, echa a perder la amistad y a pesar de los intentos de Félix de ser fiel a sus amigos, el final es trágico y el perfecto mundo de Făgăraş se transforma en un recuerdo.
En los últimos años, el director Radu Garbea ha elegido hacer películas que revelan la herencia judía de su tierra natal (“Struma”, 2001, “La herencia de Goldfaden”, 2004, “Rumenye, Rumenye”, 2006). Basada en la novela “El gallo decapitado” de Eginald Schlattner ésta es la primera de sus películas que trata el tema de los judíos y presenta con maestría un período histórico doloroso de su país. En la constante sombra del gallo decapitado –el símbolo y leitmotiv de la permanente amenaza que se convierte en la suprema realidad– esta película es una verdadera historia de amor y odio, amistad y cobardía, traición y devoción.
Radu Gabrea (Bucarest, 1937)
Doctor en Comunicaciones Sociales por la Universidad Católica de Louvain-la-Neuve, Bélgica. Su trabajo de doctorado “Werner Herzog y la mística alemana medieval” fue publicada por la Editorial “L’Age d’homme” de Lausanne. En 1969 debuta en el cine con el largometraje “Two Little For Such a Big World”, basada en el guión de D. R. Popescu, y en los años sucesivos realiza “Beyond the Sands” (1974), que participó en el Festival de Cannes, y “Fear Not, Jacob!” (1981). En 1984 dirige “A Man Like Eve”, y tras rodar varios episodios para televisión realiza “Under the Sign of Love” (1994). Como director de teatro ha montado “María Callas – la Divina”, una función recibida con mucho entusiasmo por los públicos de Nueva York, Washington, Tampere (Festival Internacional de Teatro), Helsinki, Canberra, Sydney y Melbourne.
Sábado 3 de septiembre, 19:00 h.
Moartea Domnului Lăzărescu (La muerte del señor Lazarescu)
Dirección: Cristi Puiu
144´ / 2005 / Rumanía
Idioma original: rumano.
Subtítulos en castellano.
Sinopsis
Un anciano de 63 años, muerta su mujer, vive solo en un piso con sus tres gatas. Un día, al encontrarse mal, el anciano llama una ambulancia. El médico le explora y sospecha que podría tener cáncer de colón, así que decide ingresarle. Pero en el hospital hay otras prioridades y como creen que el paciente es alcohólico, lo derivan de un hospital a otro. Lo que al principio parecía una simple formalidad, la consulta y la vigilancia de un anciano que acaba de vomitar y se queja de dolor de cabeza, se transforma en una pesadilla. Durante la noche, la ambulancia lo pasea por todo Bucarest intentando encontrar un hospital que acepte a su paciente, cuyo estado se deteriora de manera alarmante.
Selección de premios
Premio Una cierta mirada, Festival de Cannes, 2005
Premio del público, Festival Internacional de Cine Transilvania, Cluj-Napoca, Rumania, 2005
Silver Hugo Premio Especial del Jurado, Festival Internacional de Cine de Chicago, 2005
Gran Premio del Jurado, Festival Internacional de Cine de Copenhaga, 2005
Premio World Cinema, BBC Four, 2007
Centro de Historia (Salón de Actos)
Jueves 1 de septiembre, 19:30 h.
Bucarest: la memoria perdida
Dirección: Albert Solé
80´ / 2008 / España
Idioma original: catalán, castellano, francés, inglés.
Subtítulos en castellano.
Ficha técnica
Dirección: Albert Solé
Guión: Albert Solé
Director de fotografía: Ibon OlasKoaga
Productores: Albert Solé
Directora de producción: Davina Breillet
Montaje: Ibon OlasKoaga
Sonorización: Estudis Iguana
Sinopsis
‘Bucarest’ es un documental que narra la búsqueda personal que hace Albert (un periodista nacido en el exilio en 1962) por recuperar sus propias raíces, enmarcadas entre un doble exilio. Su padre, el político español Jordi Solé Tura, obligado a marchar de España por su militancia antifranquista en los años 60, inició 7 años de su fallecimiento ocurrido en diciembre 2009, un nuevo exilio interior, esta vez sin posibilidad de retorno: el alzhéimer. Este documental pretende recuperar los recuerdos de unas vidas atípicas, en que se mezclan personajes históricos y episodios poco conocidos de la lucha contra el franquismo y de la Guerra Fría. Albert viajará de un exilio al otro intentando recomponer la memoria de su familia, su propia memoria.
El origen de Albert es rocambolesco: tiene tres nacionalidades, ninguna de las cuales se corresponde con el lugar de nacimiento real. Hasta que tuvo 10 años, no le dijeron la verdad: que había nacido en Rumanía, en clandestinidad y protegido por la redes del Partido Comunista de España en el exilio, por personajes como Dolores Ibarruri La pasionaria y Santiago Carrillo. Sus datos fueron falsificados y su pista borrada. Nadie podía saber que allí estaba la principal emisora antifranquista, Radio España Independiente, La Pirenaica, donde Jordi era el único periodista joven y el único procedente del interior del país. La distinta percepción sobre la evolución del régimen franquista que se tenía desde dentro y desde fuera de España no tardaría en generar conflictos en las filas de la resistencia.
La infancia de Albert estuvo marcada por la lucha con el régimen, pero también por las luchas intestinas entre el aparato del PCE y los renovadores. Jordi fue expulsado junto a Jorge Semprún y Fernando Claudín. La familia quedó desamparada y tuvo que regresar a España. Sus recuerdos son las impresiones dispersas de un niño: el encarcelamiento de su padre, el terror a la policía, las reuniones clandestinas, las detenciones, las conversaciones sobre torturas… Siempre todo relacionado con la política.
Los distintos personajes que se encuentra a lo largo del documental le ayudan a recomponer el puzle de la memoria, a dar forma y a entender las circunstancias que marcaron su infancia.
Esta historia arranca a principios de los años 60, cuando la familia se traslada a Rumanía y termina en 1983, cuando el PCE y el PSUC (la rama catalana de Partido) se rompen, terminando con los sueños de una generación de luchadores. A partir de allí, hacemos saltos en flashback a la Guerra civil y a la posguerra, períodos determinantes de la historia de la familia de Albert. El documental termina en nuestros días y en la lucha de Jordi contra la enfermedad. En este camino visitamos la clandestinidad, los últimos años de la Dictadura y la Transición Española y, sobre todo, la infancia atípica de un hijo de progres, que decidieron ser coherentes con sus ideas. Ahora que a Jordi se le escapa la memoria, Albert intenta recuperarla.
Albert Solé
Nació en 1962 en Bucarest, aunque tiene las nacionalidades húngara, francesa y española. Trabajó durante años como reportero de televisión especializado en temas sociales e internacionales en las cadenas públicas TVE y TV-3. Fue a partir del año 2002 cuando comenzó a dirigir documentales para televisiones e instituciones españolas e internacionales, tales como TVE, TV-3, Canal Cuatro, Arte, UNESCO, Expo Zaragoza, Canal 22 de México, etc… Después de una extensa serie de trabajos en este ámbito, en 2007 dirigió su primera película documental para cines: Bucarest, la memoria perdida, que se alzó con el Goya al mejor documental en 2009, además de otros muchos galardones. Otros documentales de su autoría son “Històries d’Aigua”; “El Cordobés, la España de los milagros”; “En la cárcel, confidencial, El sueño del agua”; “La mente del violador”; “Javier Mina, sueños de libertad”.
Actualmente acaba de estrenar en cines el documental “Al final de la escapada” y ya está en fase de postproducción de su último trabajo “Metropolità”. Sus trabajos han sido emitidos en canales de televisión de todo el mundo y seleccionados en numerosas festivales nacionales e internacionales.