Tijuana Makes Me Happy
La city es un virus, un meme que circula sin restricciones, alterando de cierta forma una realidad cada vez más deslocalizada. Tijuana está en cualquier sitio. Allá y aquí, pixeleada en el inconsciente colectivo del new global dream, un anticipo in real time de lo que viene. Que no se engañe a nadie con el mito y la leyenda (ni Sin City ni «el lugar más feliz en la tierra»). Romantizar la frontera no sirve de nada (lo sentimos, ya nada es como antes).
Hay quien dice que Tijuana va más rápido que cualquiera de sus artistas. Cierto. A pesar de eso, éstos dan cuenta de sus movimientos: desde el expediente Nortec y su registro sonoro-visual a esa exploración de lo urbano que realizan Bulbo y Yonke Art; de la narrativa rara y controversial de un pequeño grupo de escritores a ese conglomerado de bitácoras virtuales llamado Tijuana Bloguita Front; de su escena indie electro-pop que renueva la banda sonora a la emergencia de su hip hop de filo pendenciero; de la incipiente presencia internacional de su plástica a ese fenómeno llamado Ópera Tijuana como una rara mezcla entre lo subterráneo culto. La city no se queda quieta, se mueve, se está moviendo, por eso tan difícil asirla.

Tijuana raspa, acaricia, estimula.
En Tijuana hay enjambre de escritores, músicos, diseñadores, arquitectos, fanzineros, académicos, videastas, programadores de radio, periodistas y más que viven Tijuana uniendo lo experimental y la academia, lo superficial con un dejo de perdiction [sic], lo trolo y lo coolturoso, el underground y lo mediático en un post reality show que recorre la city. Llevan la fiesta a cuestas, viven lo que reflejan y documentan en infinidad de weblogs y otros productos culturales.
Es la Tijuana de hoy, mitad space invaders (clubes, galerías, escuelas, instituciones), mitad desastre a punto de ocurrir; una red viral abierta con diversas centralitas de información y variadas plataformas de comunicación. Lo suyo intenta recrear la city, mezclar posibilidades, ironizar sobre la construcción de lo «tijuanense», agitar añejas estructuras mientras bailan a un DJ que propone mixes en forma semiótica, a la orilla de la nada, frente al tedio de lo cotidiano, inmersos en algo que apenas se conoce: la vida post fronteriza, la alegría de vivir en ella, el desafío de lo que parece imposible por interpretar.

Tijuana makes me happy, so happy.
Texto: Rafa Saavedra